miércoles, 7 de enero de 2015

A este 6 de enero le han tatuado una sonrisa, una felicidad no imaginada, un nombre: Gema

Gema (+ Fotos)

Por Nyliam Vázquez García
 
Desde este 6 de enero el Héroe de la República de Cuba, Gerardo Hernández, y su esposa Adriana Pérez, ven cumplido un sueño con el nacimiento de su hija Gema
 
Unas manitos pequeñitas, unos pies que caben en un beso, un rostro que embelesa a sus padres, un llanto que anuncia la vida… Nació Gema. Mamá está adolorida, pero con esa sonrisa que parece tatuada en su rostro desde el 17 de diciembre y que este martes, si acaso eso es posible, se habrá hecho más amplia aún. Es fácil imaginar a papá pendiente de sus preciosas, intentando acomodar en su pecho de héroe tanta felicidad, una felicidad no imaginada.
La pequeña de Gerardo y Adriana se asoma al mundo y con cada latido de su corazón realiza un sueño largamente acariciado, un deseo que en algún momento parecía imposible. Gema llega para poner fin a 16 largos años de «soledad acompañada», para borrar con su existencia las huellas del dolor y completar de la mano de sus padres una historia de amor de casi tres décadas. Ella, así pequeñita, abrazable, se suma al bálsamo sanador con que sus padres  se curan todas las heridas y reescriben el tiempo.
Hace unos años Gerardo le escribió una carta a los hijos por nacer, una carta con un dibujo para esta Gema que ya nació: «…después que ustedes lleguen a este mundo y aprendan a leer, sepan por qué su papá no es tan joven como muchos de los padres de sus amiguitos, y conozcan de los años que papi y mami tuvieron que vivir separados a pesar de quererse mucho».
En 2012 Adriana dudaba. Se sobreponía al dolor, sobre todo a la incertidumbre cotidiana y asumía con una entereza conmovedora una realidad que parecía iba a marcarles la existencia: «Ese capítulo está escribiendo sus últimas etapas. Porque el reloj biológico está ahí y hay cosas que no me gustarían cuando tenga 50 años… es un costo, pero es un costo que vamos a asumir, y no tirada por un rincón, porque entonces no lo estaría asumiendo, me estaría aplastando… El momento en que me toca asumir que no voy a poder tener hijos está por llegar».
Pero no llegó y ahí está Gema acurrucada en su pecho para que ella olvide que una vez tuvo miedo. Que muchas veces sostuvo en brazos a los hijos de otros preguntándose cuándo podría abrazar a los suyos. Ahí está Gema, quien con el sonido acompasado de su respiración hace magia y lo transforma todo en sonrisas.
Ahora papá tendrá dos roperos de los que ocuparse, una obsesión más… Uno no puede más que imaginarse a un hombre feliz, pero feliz con mayúsculas como todos los padres el día del alumbramiento y aun más.
Mamá ahora tiene una bebita y un niño grande, querido, tantas noches añorado. Todavía recuerdo ese instante fugaz en que ella respondía al teléfono y al vuelo le escuché con una ternura infinita, con esa sonrisa que delataba la voz que escapaba de prisión por el túnel del auricular: Mi niño, ¿cómo tú estás?
Nunca vi a Adriana reírse con más ganas que contando las ocurrencias de Gerardo: el día que él casi se ahoga para darle una sorpresa o los secretos detrás de las postales con animales. Nunca la noté más radiante que en el concierto 62 de Silvio por los barrios. Siempre con la mano de su Gera entre las suyas, disfrutando de esas «pataditas» con las que la niña se anunciaba, secando a besos esas lágrimas incontenibles de su hombre. Estoy segura de que no hay mujer más luminosa desde este 6 de enero, y en los días que están por venir, que la madre de Gema, el amor de Gerardo.
Esos pies que caben en un beso habrán de caminar en un país conmovido ante el sacrificio y valentía de sus padres, de sus cuatro tíos, un país que como dijera su papá deberá ser mejor que este que él comienza a redescubrir. Hoy la gente común se felicita, escribe comentarios en la noticia y la comparte: «¡Viste, ya somos tías!», se saludan dos jóvenes… Este es un nacimiento entrañable, la felicidad de dos que celebran millones en Cuba y en el mundo.
Y cuando uno escucha la oración que lo cambia todo: «Ya nació Gema», en la voz de uno de los cuatro tíos héroes, esa alegría tangible, ese algo distinto en su tono de voz, esa emoción contenida, entonces se eleva la certeza: a este 6 de enero de 2015 le han tatuado una sonrisa, una felicidad no imaginada, un nombre: Gema.

Más fotos en la fuente, Juventud Rebelde

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