Por Salvador Capote
El
profesor Martin Garbus, uno de los más prestigiosos juristas
estadounidenses, integrante del equipo de defensa de los patriotas
cubanos encarcelados en Estados Unidos, y sus colegas Tom Goldstein y
Richard Klugh, presentaron recientemente una moción ante la Corte del
Distrito Sur de la Florida, a nombre de Gerardo Hernández Nordelo –uno
de los Cinco- , con el fin de obtener la orden pertinente para que el
gobierno entregue documentos que obran en su poder y que se negó a
divulgar durante el proceso judicial.
La
moción forma parte de la apelación colateral iniciada en junio de 2010,
basada en el derecho que tienen sus defendidos de conocer el alcance de
la campaña de publicidad negativa contra ellos financiada por el
gobierno para asegurar que fuesen declarados culpables.
Involucrados
en la cobertura incendiaria pagada por el gobierno antes, durante y
después del juicio contra los Cinco, se encuentran 84 periodistas,
locutores y comentaristas de varios órganos de la prensa escrita, siete
canales de televisión y 13 estaciones de radio. (1)
En
enero de 2009, el Comité Nacional por la Libertad de los Cinco,
basándose en la Ley de Libertad de Información (“Freedom of Information
Act, FOIA”) solicitó al Buró de Gobernadores de Transmisiones
(“Broadcasting Board of Governors, BBG”), agencia oficial de propaganda
del gobierno, y a su Oficina de Transmisiones a Cuba (“Office of Cuba
Broadcasting, OCB”) información sobre los pagos realizados a
periodistas de Miami creadores de una atmósfera envenenada que impidió
la realización de un juicio justo en esta ciudad. (2)
Varios
meses más tarde, la OCB entregó muy limitada información preliminar
sobre pagos realizados a algunos de estos periodistas. Desde entonces,
la agencia se ha negado a liberar toda la información que posee sobre
los contratos suscritos con la prensa de Miami, en particular los
anteriores a 1999, de vital importancia para la defensa de Gerardo.
No
obstante, el esfuerzo realizado durante varios años por el Comité
Nacional por la Libertad de los Cinco, y la Sociedad para la Fundación
de la Justicia Civil, logró poner al descubierto una cantidad
impresionante de materiales probatorios de esta operación gubernamental.
El periódico “Liberation” ha publicado hasta ahora más de 2,200 páginas
de contratos entre periodistas de Miami y Radio-TV Martí (3). Aunque
estos documentos constituyen sólo una parte minúscula de los que la OCB
se niega a liberar, constituyen prueba suficiente de que el gobierno que
juzgó a los Cinco pagaba al mismo tiempo a los periodistas que creaban
la atmósfera que hacía inevitable la condena.
Recordemos
que las leyes estadounidenses prohíben claramente la utilización de
fondos federales para financiar la propaganda encubierta dentro del
territorio de Estados Unidos.
Los
pagos secretos, realizados principalmente a través de Radio y TV Martí,
a periodistas supuestamente independientes, no sólo son contrarios a la
ética de los comunicadores sino que violan flagrantemente la ley y
revelan que la condena a los Cinco fue determinada por razones
políticas.
En
el período que va desde el 27 de noviembre del año 2000 hasta el 8 de
junio de 2001 -que corresponde al tiempo transcurrido desde el inicio
del proceso contra los Cinco hasta que fueron considerados culpables por
el jurado- el Nuevo Herald publicó 806 artículos, y “The Miami Herald”
305, que podían influir negativamente en el proceso judicial (4). Esta
sobresaturación de la prensa creando un clima hostil contra los Cinco
debería bastar para que el sistema judicial de Estados Unidos declarase
nulo un juicio que nunca debió realizarse en Miami.
FOIA
es una ley federal que permite solicitar información al gobierno acerca
de sus acciones. El gobierno está obligado a entregar toda la
información requerida siempre que no esté clasificada o, por ley, exenta
de divulgación. Está en vigor desde 1967 pero ha sufrido modificaciones
a través de los años, sobre todo a partir de 1982. Con la escalada de
guerras de agresión, operaciones encubiertas, programas de entrenamiento
en técnicas represivas (Escuela de las Américas), apoyo a dictadores
latinoamericanos, golpes de estado, asesinatos extrajudiciales,
detenciones arbitrarias, prisiones clandestinas, torturas de prisioneros
etc., la necesidad de sucesivas administraciones norteamericanas de
mantener secretas sus acciones dieron por resultado varias enmiendas y
órdenes ejecutivas que mellaron casi completamente el filo de esta ley,
incluyendo la Orden Ejecutiva de 2009 del presidente Obama, aberración
jurídica que permite reclasificar retroactivamente documentos que estén
ya en trámite de entrega.
Numerosas
operaciones encubiertas y los documentos relacionados con ellas
permanecen total o parcialmente en secreto. Mencionaré entre las
principales el derrocamiento de gobiernos electos democráticamente como
los de Guatemala e Irán en la década de los 50, el financiamiento de
partidos políticos pro-USA en Europa, la invasión a Cuba por Playa Girón
en 1961, el golpe de estado de Augusto Pinochet en 1973, las
operaciones militares secretas en Vietnam, Cambodia y Laos -financiadas
con el tráfico de heroína- y la guerra sucia contra Nicaragua en los
80.
Mantener
a toda costa el secreto de sus acciones tomó carácter obsesivo en las
administraciones republicanas. Al término del mandato del presidente
Ronald Reagan permanecían clasificados cerca de 7 millones de
documentos. Pero el delirio del secretismo alcanzó su clímax con George
W. Bush. Sólo en 2004, su administración clasificó 15.6 millones de
documentos a un costo de 7.2 billones de dólares. Inventó, además,
nuevas categorías de clasificación y mediante una orden ejecutiva selló
todos los archivos presidenciales a partir de 1980. (5)
Durante
la administración Bush-Cheney la tasa de clasificación de documentos
aumentó en un 75 %. En 2005, por cada $1 gastado en desclasificar viejos
secretos, las agencias federales gastaron $148 creando y almacenando otros nuevos (6). Por otra parte, una directiva interna del
Fiscal General John Ashcroft de 12 de octubre de 2001 convirtió las
solicitudes al FOIA en procesos extremadamente lentos, difíciles y
costosos.
El
secretismo ha servido para manipular a la opinión pública, impedir el
análisis crítico tanto de la política interna como exterior del país y
ocultar los errores y actos ilegales de los funcionarios del gobierno.
También se ha utilizado con frecuencia contra opositores domésticos. Si
mucho tienen que clasificar es porque tienen mucho que ocultar. No son
extraños, por tanto, los obstáculos impuestos por la OCB a las
solicitudes de información del Comité Nacional por la Libertad de los
Cinco.
Pero
el ocultamiento de evidencias que atañen al juicio contra los cinco
patriotas cubanos abarca mucho más que documentos escritos. La
Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI) solicitó en 1996
al gobierno de Estados Unidos que mostrase las imágenes satelitales que
posee y que demostrarían que las avionetas de Hermanos al Rescate
violaban la soberanía de Cuba y que fueron derribadas en el espacio
aéreo cubano. La solicitud fue rechazada. Tanto en el juicio como en los
dieciséis años transcurridos, el gobierno de Estados Unidos se ha
negado sistemáticamente a mostrar las imágenes del satélite, ocultando
de este modo una prueba decisiva que anularía los cargos y las
sentencias impuestas a Gerardo y a sus compañeros (7).
El
gobierno de Estados Unidos no permitió, además, la presentación por la
defensa de los numerosos testigos y abundantes pruebas de las acciones
terroristas realizadas contra Cuba.
Esta
información era crucial para la defensa porque evidenciaba que el
objetivo de los Cinco no era otro que el de monitorear a las
organizaciones mafiosas de Miami con el fin de impedir acciones hostiles
contra su patria.
El secretismo culpable se completa con el muro de silencio mediático en torno a los Cinco. Durante
el juicio, y en los meses anteriores y posteriores a éste, la histeria
de los medios de Miami, alimentada con fondos federales, logró crear lo
que en Estados Unidos llaman un “jurado de linchamiento”, mientras el
resto del país ignoraba completamente lo que sucedía en esta ciudad.
Consumado el crimen, una férrea censura impide que el pueblo
estadounidense conozca la verdad. Pero somos ya millones en el mundo los
que tenemos como cuestión de honor y de principios el mantener contra
la infamia una denuncia universal y permanente.
Notas
(1) Prensa Latina, 13 de junio de 2010.
(2) Gloria la Riva, National Press Club, Washington, DC., June 2, 2010.
(3) El BBG –agencia gubernamental- y su “Office of Cuba Broadcasting, OCB”, operan Radio y TV Martí.
(4) Salvador Capote: “Los Cinco y la propaganda encubierta”, Cubadebate, 2 de diciembre de 2009.
(5) J. R. Norton: “Saving General Washington”, Penguin, N.Y., 2006, pp. 71-72.
(6) Mark Green: “Losing Our Democracy”, Sourcebooks Inc., 2006, p. 265.
(7) Ricardo Alarcón: “La verdad secuestrada”, Cubadebate, 20 de julio de 2011.
Sugerencia; vea además:
El recurso de hábeas corpus de Gerardo Hernández, uno de los 5 Héroes cubanos
¿Por qué derribó Cuba dos aviones norteamericanos de Hermanos al Rescate?
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