lunes, 12 de diciembre de 2011

El Día de los Derechos Humanos y la violación flagrante en EE.UU en el caso de Los 5

Por Wilkie Delgado Correa*

¿Dónde está la observancia de los principios, el respeto a la Declaración Universal y a los Pactos de los Derechos Humanos, y el cumplimiento del derecho humanitario?

Cada diez de diciembre se realiza una celebración especial de la fecha instaurada para celebrar la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los Pactos Internacionales de los Derechos Civiles y Políticos, y de los Económicos, Sociales y Culturales, y, por imperiosa necesidad inmanente, se debería realizar un balance de la situación de estos derechos y el cumplimiento de las políticas y leyes que los garantizan como una en realidad tangible en cada país y a nivel planetario.

Hace ya más de trece años que cinco cubanos tuvieron la necesidad de infiltrar a grupos terroristas organizados en la ciudad de Miami y otros sitios de la geografía centroamericana, para conocer los planes cuya ejecución exitosa conllevaría a la muerte y destrucción en territorio cubano, pero también, como todo acto ciego de odio y criminalidad, podría provocar la muerte de ciudadanos extranjeros, dentro y fuera de Cuba, como muchos hechos conocidos sirven de pruebas irrefutables.

Después que el gobierno cubano compartiera información sensible con el gobierno norteamericano sobre los planes terroristas que se planificaban desde territorio norteamericano, en particular en Miami, estos cinco cubanos  fueron detenidos, juzgados y condenados a penas arbitrarias. Estos cubanos sencillos pero excepcionales, fueron declarados Héroes de Cuba, por sus comportamientos dignos y las pruebas de lealtad inconmovible, y hoy son conocidos universalmente como los Cinco.

Existen razones suficientes para considerar que en su caso se ha cometido una violación flagrante de los derechos humanos, aunque el gobierno norteamericano haya pretendido justificar su proceder por haberlos sometido a juicio ante tribunales y permitido que en el seno del sistema de justicia estadounidense se ventilen los elementos contenciosos de la causa criminal que en su contra fabricaron con vileza y alevosía tanto el FBI como la fiscalía, coligados en un maridaje espurio con la mafia cubano-norteamericana.

Cuando en el artículo 2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos se especifica que “además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política e internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona…”, se trata de proteger a las personas con tales condiciones, pero en el caso de los 5 cubanos, y debe enfatizarse todo lo posible, ellos hoy están presos precisamente por ser cubanos de la Isla y revolucionarios, pues el juicio  celebrado contra ellos y las condenas aplicadas tienen en el fondo un carácter esencialmente político y constituye una expresión de venganza contra quienes se negaron a traicionar a su país, más que un acto de justicia.

También se vulnera la esencia del artículo 7 referente a que “todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho igual a protección de la  ley. Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación… y contra toda provocación a tal discriminación”, pues en la causa de los Cinco hubo violaciones burdas del derecho establecido en los Estados Unidos, precisamente porque estuvo presente una discriminación política por el carácter de la ciudadanía de los acusados y de la labor antiterrorista  que desarrollaban en territorio de los Estados Unidos. Esto se refleja en el rechazo de la Jueza a la solicitud de la defensa del cambio de sede del juicio, a pesar de que Miami era un medio viciado y hostil para una defensa justa de los 5. Así lo reconoció posteriormente el panel de tres juicios del Tribunal de Apelaciones de Atlanta, en forma unánime, cuando declaró nulo el juicio y dictaminó efectuar uno nuevo  en una nueva sede que no estuviera contaminada por los prejuicios anticubanos. Posteriormente, contradiciendo los argumentos irrefutables de este panel de jueces, y por razones meramente políticas, el Pleno del Tribunal de Atlanta anuló este veredicto y convino con el gobierno en que Miami “era o había sido un sitio imparcial para la impartición de la justicia”. En fin, una mentira y un dictamen judicial propicios para violar derechos de sólo estos cubanos, pues existen innumerables precedentes judiciales de que se ha usado la prerrogativa de cambio de sede en el interés mejor de los juzgados.

Se afirma en la Declaración Universal que “toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para la defensa.” Puede que el gobierno de los Estados Unidos asegure vehementemente que esto fue garantizado y hasta que unos pocos papanatas lo crean, pero si bien desde el punto de vista formal pudiera disfrazarse como todo cumplido de acuerdo con tal regla, no se puede desconocer que precisamente en el período en que la defensa preparaba su expediente, el sistema penal obstruyó los mecanismos normales al mantener a los acusados en el “hueco” durante largos meses y dificultando en forma significativa el contacto de ellos con los abogados de la defensa. Y para remate, propalaron a los cuatro vientos sus condiciones de espías. Además, no se les aseguró todas las garantías necesarias para su defensa, en especial para Gerardo, ya que además de que la Fiscalía no pudo probar, más allá de toda duda razonable, que tuviera relación directa con el derribo de las avionetas, el cargo más grave en su condena, tampoco han permitido que el tribunal conociera las fotografías satelitales para definir el sitio exacto del derribo de las avionetas, tal como sugiriera un testigo y alto Oficial del Ejército de los Estados Unidos, y a la vez solicitado en forma reiterada por la defensa.

Mentiría el gobierno norteamericano si jurara y perjurara que en el caso de los 5 se cumple lo estipulado en el artículo 9 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, de que “nadie podrá ser sometido a detención o prisión arbitraria”, puesto que se cumplieron las debidas formalidades, que no la esencia, de sus leyes, ya que los expertos del Grupo de Trabajo de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que sometió a análisis este caso a solicitud de los familiares, dictaminó que las sanciones aplicadas a  Gerardo, Antonio, Ramón, Fernando y René, eran arbitrarias e ilegales a la luz del derecho internacional y norteamericano e instó al gobierno de Estados Unidos a reparar esta injusticia.

Pero para suma de una arbitrariedad vengativa, para hacer más severo el régimen carcelario aplicado a los cinco Héroes, las visitas de sus madres, esposas y otros familiares han sido restringidas y para hacerlo aún más cruel han negado la posibilidad de la visita a las esposas de Gerardo y René  durante estos trece años. La negativa de visas y visitas para Olga y Adriana se mantiene con una insensibilidad y bajeza moral que ofenden a la dignidad y justicia del mundo civilizado, por el escarnio que representa.

Y es que hay hechos tan reales como absurdos en este mundo, que los relatos asombrosos de Kafka quedan relegados a la condición menor de la irrealidad y la fantasía maravillosas.

Olga y Adriana no son personajes de ficción. Tampoco son turistas que pretendan disfrutar sus vacaciones en algún lugar paradisíaco o de mercado de los Estados Unidos. Y menos son dos inmensos caballos de Troya que llevarán en su interior a miles o millones de agentes o aliens, visibles o invisibles, terrestres o extraterrestres, que serían capaces de poblar de terror y calamidades al territorio norteamericano. Nunca podrán ser, ni nunca querrán ni podrán serlo, una amenaza para esa tan sacrosanta, poderosa y segura seguridad de la nación que tiene la capacidad para descargar sobre el resto del mundo una cuota de energía nuclear, así como otras muchas cuotas del poder mortífero de todos sus tipos de armas, que son más que suficientes para aniquilar a todos los seres vivientes de la tierra, incluyendo a cucarachas y hormigas. Y, por supuesto, que además de esa capacidad descomunal capaz de provocar el holocausto trágico del resto del llamado mundo enemigo, también posee –sin quererlo o queriéndolo- la misma capacidad de destruirse a sí mismo. Además, tienen tantas agencias y agentes para la seguridad, dentro y fuera del país, para vigilar a reales, supuestos o inventados enemigos, que cada ser viviente en cualquier parte del mundo tiene el riesgo de que exista uno pisándole los talones.

Conociendo estas verdades irrebatibles, habría que preguntar a los filósofos, al Papa, a los patriarcas y jefes eclesiásticos de todas las religiones y sectas, si después de tal suceso, aún permanecería intacto y sobreviviente el Dios que cada ser humano creyente ha concebido como eterno, o si, de algún modo, quedaría flotando el más mínimo recuerdo, constancia o prueba sobre la posibilidad de que una vez existiera sobre la faz de la tierra algo llamado humanidad extinguida, y algo de una creencia de la misma que  reconocía, tal vez desde sus mismos orígenes, la existencia sempiterna de dicho ser supremo. Pero es importante que se sepa, porque es verdad de todos los días, que cientos de líderes religiosos pertenecientes a todas las iglesias, y millones de creyentes de todas las religiosas, oran y libran una batalla por la libertad de los 5. ¡Con tanta solidaridad militante y generosa, nada está perdido en este mundo!

La verdad sencilla es que Olga Salanueva y Adriana Pérez son dos mujeres cubanas, esposas de dos héroes cubanos, y que uno, René González Seweret, está liberado de la cárcel, después de cumplir su condena carcelaria, pero de hecho mantenido como rehén en Miami, penando la llamada libertad supervisada, y que otro, Gerardo Hernández Nordelo, sigue condenado a dos cadenas perpetuas y quince años de prisión. Ambas mujeres están impedidas del derecho de visitar a sus esposos, y ellos tienen conculcado su derecho como prisioneros de recibir la visita de estos seres queridos. ¿Habrase visto mayor acto de inhumanidad y de violación de los derechos humanos por parte, esta vez, ahora mismo, de un presidente que ostenta al Premio Nobel de la Paz, imitando lo que antes fue realizado por el “ilustre” presidente de las Guerra Infinitas?

En fin, que para colmo de la arbitrariedad judicial y gubernamental, René González, recientemente liberado después de cumplir su sentencia en prisión de quince años, es obligado a permanecer en territorio norteamericano, hasta ahora, durante tres años de libertad supervisada, que no tiene sentido ni razón en su caso.

Por lo tanto, la arbitrariedad está ínsita en todas las decisiones judiciales, penitenciarias y gubernamentales relacionadas con los 5 Héroes cubanos, como un rasgo irracional patológico.

Pero todo lo anteriormente citado tiene relación esencial con lo establecido en el artículo 10 del mencionado Pacto, que expresa: “Toda persona privada de libertad será tratada humanamente y con el respeto a la dignidad inherente al ser humano”.

¿Alguien con un mínimo de honestidad se atrevería a afirmar que el trato recibido por los 5 y sus familiares es compatible con la esencia de este precepto humanitario?

El artículo 14 recalca que “todas las personas son iguales ante los tribunales y cortes de justicia” y que “la prensa y el público podrán ser excluidos de la totalidad o parte de los juicios [...] en la medida estrictamente necesaria en opinión del tribunal, cuando por circunstancias especiales del asunto la publicidad pudiera perjudicar a los intereses de la justicia…” Conociendo esta protección para los acusados en casos especiales, alguien duda del papel azuzador de prejuicios y venganzas que tuvo la prensa miamense, esa jauría amaestrada, para la orquestación en primer lugar de una campaña vocinglera de inculpación que tuvo como resultado el cargo contra Gerardo en el hecho del derribo de las avionetas de los Hermanos al Rescate, meses después de detenidos, y, en segundo lugar, el clima de intolerancia y animadversión contra los detenidos. Pero para abundar más, pudo descubrirse recientemente, y muchos años después del juicio, que el gobierno estadounidense, a través de sus agencias, pagó jugosas sumas de dinero a periodistas mercenarios para escribir artículos fraudulentos sobre los Cinco, que perjudicaran la causa y la defensa de los 5 ante la comunidad norteamericana y tuviera, lógicamente, su influencia en el jurado.  Es inobjetablemente real que tal tipo de publicidad  perjudicó a los intereses de la justicia.

Pero las cosas han ido más allá, el gobierno norteamericano, defensor mendaz del derecho a la información y a la libre expresión del pensamiento, ha construido un muro de silencio alrededor del caso de los 5 en los grandes medios de propaganda nacionales, de modo tal que para el público norteamericano, sometido a la influencia ideológica y noticiosa de éstos, no ha tenido la oportunidad de conocer la realidad y trasfondo de la causa judicial más importante en época reciente, y sin duda una de las más importante en la historia de la jurisprudencia norteamericana, por los elementos nacionales e  internacionales que están implícitos.

En ocasión del Día de los Derechos Humanos cabe reiterar algunas preguntas definitorias. Si Olga y Adriana son esposas amorosas y dignas, ¿por qué razones ellas han sido privadas del derecho a visitar a sus esposos, uno en libertad ahora y otro en prisión y larga condena, y ellos de recibir sus visitas respectivas? ¿Por qué se niega a Gerardo y Adriana la posibilidad de recurrir a un método médico reproductivo, aún en las condiciones en que se encuentran ambos actualmente? ¿Qué justificación tiene tanta ignominia, venganza e inhumanidad por parte del gobierno de los Estados Unidos? ¿Por qué la complicidad tolerante de la clase gobernante de Estados Unidos, de sus congresistas, de la gran prensa norteamericana, ante un reclamo tan humanitario que ha sido acogido con tanta solidaridad en todas partes del mundo, incluyendo en importantes sectores del pueblo norteamericano? ¿Por qué el Presidente Obama no acoge el reclamo de miles de personalidades y de millones de personas para que ejerza sus atribuciones constitucionales y proceda a conceder el indulto a estos cinco hombres por razones de justicia y humanitarias? ¿Dónde están los valores humanos y éticos de todos los que dentro de la sociedad norteamericana, guardan silencio y aparentan sordera ante un acto tan vandálico e indigno como es el de no permitir que dos esposas visiten en las cárceles a sus seres amados, incluso aunque los consideraran a ellos, como parecen creerlo o mejor dicho, pretenden hacerlo, sus enemigos? ¿En qué otra nación, en qué otro tiempo histórico, se ha dado muestra de tanta bajeza moral, tanta pobreza de espíritu, de tanta cobardía vengativa? ¿Dónde está la observancia de los principios, el respeto a la Declaración Universal y a los Pactos de los Derechos Humanos, y el cumplimiento del derecho humanitario? ¿Dónde está la razón, las virtudes, la fe y la práctica religiosa, dónde está Dios, cuando se actúa con un sadismo feroz, ante una solicitud reiterada por parte de dos seres humanos, separados durante largos años, con el sólo propósito de consolarse y expresarse el amor que ni las distancias ni el tiempo ni la prisión han podido destruir? ¿Dónde han secuestrado la noción del bien, pretendiendo arrebatarla del sentimiento y del corazón de los hombres? ¿En qué bases secretas estarán torturando a Dios o a la noción del bien de los hombres con esta actitud impía ordenada y mantenida por el gobierno norteamericano desde hace más de trece años?

Es hora de tener valor para responder todas las preguntas y para actuar en forma generosa y humana para reparar la injusticia y para satisfacer los reclamos de una humanidad que jamás abandonará su lucha por la verdad y la libertad de los 5 Héroes cubanos.

*Médico cubano; Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba.

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