lunes, 11 de abril de 2011

La Víctima, el dolor y el cinismo

Por Luis Matos




Se apaga la vida de un joven que buscaba, en tierra libre, el sano disfrute y la tranquilidad  propia de un medio despojado de odio y maldad. Lo que no sabía el joven italiano es que este pueblo está asediado por aquellos esbirros que ayer la desangraban, porque no perdonan que se haya liberado de sus garras, y con el apoyo del gobierno que los acogió como ilustres huéspedes continúan buscando cómo dar un golpe, asesinando a sus hijos o saboteando la economía.

Favio Di Celmo muere en uno de estos actos terroristas. Se apaga su sonrisa, y con la de él la de su padre, que clama ante el mundo justicia.

Cuando gran parte del mundo esperaba un final decoroso para la ya lacerada justicia norteamericana, que tenía en sus manos a Luis Posada Carriles,  terrorista que debía pagar por este y muchos crímenes más, un jurado consciente de la burla que significa para el mundo la absurda decisión, se apodera del escenario y lo absuelve. Ahora el terrorista mira a sus víctimas, y sonríe desfachatadamente, sabiendo que su padrastro, el gobierno terrorista de los Estados Unidos, no lo abandonará.

Mientras, cinco jóvenes inocentes, por evitar que estos crímenes ocurrieran, un jurado como éste los condenó como no se hace con ningún acusado con causas similares, aunque sean culpables.

Ante situaciones como éstas, no se puede apelar a la justicia norteamericana. Hay que multiplicar a los Cinco en todo el mundo para, al menos, prevenir del zarpazo de la fiera sedienta de sangre, como calificó nuestro querido Che al imperialismo.


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