miércoles, 19 de noviembre de 2008

Larga balada para los cinco héroes cubanos


En homenaje al heroísmo de Gerardo Hernández, Ramón Labañino, René González, Fernando González Llort y Antonio Guerrero y por los diez años de su heroica y revolucionaria resistencia en las cárceles del imperio.


M á s t e m p r a n o q u e t a r d e, e l l o s

¡V O L V E R Á N!


Larga balada para los cinco héroes cubanos
Por Adriana Vega *

¿Me oyes, Gerardo? Nos han separado… Quisiera tenerte cerca y que el surco abierto de nuestra tierra muestre los brotes ambarinos de tu costado herido y mi vacío. Son a menudo los dolores tan amargos que queman y traspasan los silencios. Bueno, sí, qué importa…

Ramón… es tan lejano el canto de la amada que lo llevo prendido en mis recuerdos y en perfumados pétalos sus besos.

Mientras llega Fernando a nuestro encuentro, el escarabajo se escurre entre mis vísceras, duele, abre un ojal y brotan de él flores de flamboyán sencillo y perfumado que se van diseminando como un traje bordado encima de mi cuerpo. Si el sol no nos rechaza tampoco nosotros nos desalentaremos.

¿Sabes? Los cerrojos ahogan mis impulsos mientras miro las noticias del tiránico reino. Avisan sobre sucesos viejos, anuncian nuestra crónica con mentiras, inventan falsedades, desparraman charadas, acertijos, vilezas.

¿Ves las olas ajenas y este cruel navegar en la penumbra con el espectro bailoteando, ángel maligno de sonidos muertos, sin el ron calentito que mi madre invitaba?

Es un tiempo pausado. Perezoso y terrible. Distante, injusto. Pero no te impacientes. Ya vendrán a buscarnos y la cita será arriba, en la cima victoriosa del Turquino donde nos alcanzarán las estrellas y allí mismo, en lo alto, el sol irrumpirá en auroras y saldremos del crepúsculo a la luz para oler en el aire la libertad de la Isla. Entonces cabalgaremos como potros sedientos en la cresta de las olas del mar verdadero, que se descubrirá a sí mismo revelando el ansiado rescate, nuestra emancipación guerrera de vocación cumplida.

Sobre el inmenso cielo de este mundo quebrado no vuelan sólo las aves de rapiña, también algún mirlo silencioso empapa de aleteo y da brisa a la celda y… ¿Antonio, dónde escribes ahora? ¿Alcanzas a ver algo desde el cuadrado negro de la infamia? No. ¿Has comenzado ya a subir por las laderas del Turquino para encontrarte con los Comandantes?

Cuidado, que el viento de la cima no te arrastre y vengas a caer en el infierno alargando tus ojos sin asombro por los asesinos impíos y cebados, capitanes tortuosos del embuste, amantes de la impúdica costumbre de ser malos…

¿Has visto, René, que a las pálidas celdas arriban palomas mensajeras y traen en sus alas recados envueltos en la flor Mariposa para colmarnos de aliento, de amor y de canciones?

En tanto en nuestro pueblo, hermano, hay esperanza, sigue subiendo a lo alto del Turquino, a la Sierra, a las Villas donde el Che los aguarda desparramando guirnaldas de virtud y de hombría, avanzando todos porque Martí los sostiene de tanto cumplir sueños con el verso encendido…

Pero no le digas a nadie que hable de petróleo. Que ese aceitoso oscuro no despierte codicia y nos envuelva en más plumas del espantoso cuervo.

¿Oyes las aguas bajando de los ríos, acariciados por verdes melenas vegetales y a su paso el olor de la tierra mojada en tanto Gerardo bosqueja certidumbres y le narra cuentos a su esperada niña con las hojas de té salpicando la hierba?

¿Escuchas el canto matutino del sinsonte prestándole a Silvio sus trinos musicales para nuestra canción quimera? ¿Y este valiente navegar en las penumbras con un sol radiante en nuestra puerta y el agua de coco bebida despacito, como miel brillante amarillenta?

¡Oye, el pueblo canta señalando que jamás maniatarán nuestras almas, nuestro ideal perpetuo, nuestra vida serena!

Extraño, sí, me muero por estar con todos y deseo continuar alejando a las tenebrosas sombras de la noche ciega. Pero no decaeremos, de la libertad somos amos, señores y dueños.

Allá, en la cima, nos esperan.

¡Fuera cuervo que se nos hace tarde y deseamos ya escalar nuestras sierras mientras el pueblo entona canciones de trincheras!

¿Los escuchas?

¡FUERA CUERVO! ¡FUERA!


Cinco hombres van subiendo

a la cima del Turquino

recogiendo muchas flores

de heroísmo en el camino.


En la estrella solitaria

hay un nombre en cada pico

¡cómo ondea la bandera

orgullosa de sus hijos!


HASTA LA VICTORIA SIEMPRE


Adriana Vega (9-10-2004)

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