Con tristeza conocimos este miércoles la noticia de la muerte del amigo
de Cuba, Saul Landau. Este destacado profesor, periodista y cineasta
norteamericano fue conocido en la Isla, sobre todo, por su apoyo a la
causa de los antiterroristas cubanos encarcelados injustamente en los
Estados Unidos. Pero fue con Gerardo Hernández con quien entabló una
relación especial.
En
enero de este año, Saul visitó por décima y última vez a Gerardo en la
prisión de Victorville, en California. Ya estaba enfermo y meses después
le confesó al amigo cubano que iba a morir. Días antes de su
fallecimiento Gerardo le escribía: “Es solo un viaje, Saúl, lo otro no
es cierto”.
Imagino
el dolor de Gerardo al conocer que Saul comenzaba ese viaje hacia la
eternidad. En estos quince años de arbitrario confinamiento en cárceles
norteamericanas Gerardo sufrió, entre otras, la pérdida de su madre
Carmen Nordelo, y a cada minuto que pasa se le escapa la posibilidad de
realizar el sueño de tener un hijo con su mujer Adriana, a quien no ha
visto desde 1998.
Quince
años, como recordaba René González, es mucho tiempo en la vida de un
ser humano. En este periodo él perdió a su hermano y a su padre. Ivette,
su hija menor, contaba solo cuatro meses de nacida cuando la separaron
de su lado, y ahora que tiene quince años es que pueden al fin estar
juntos.
Las
hijas de Ramón Labañino se transformaron de niñas en adolescentes y
jóvenes, los de Tony, también; en tanto, a Fernando le truncaron la
ilusión de convertirse en padre desde los primeros años de encierro,
cuando le impidieron por mucho tiempo recibir la visita de su esposa
Rosa Aurora.
Quince
años es demasiado tiempo porque tras esos miles de días y noches hay
muchas lágrimas, tanto dolor, soledades, desasosiegos, distancias,
abrazos y besos que se perdieron en el viento, risas sin compartir,
paseos pendientes, conversaciones incompletas, sueños a medias.
No
obstante, los Cinco mantienen en un sitio invulnerable del alma las
alegrías y las esperanzas que los hacen perseverar en el regreso. Y es
que, desde aquellos primeros días de encierro en Miami, tuvieron el
acierto de creer en la esperanza. Entonces, ni siquiera se conocían
entre ellos, ni sospechaban que se transformarían en héroes, ni que le
nacerían en lo adelante millones de hermanos, madres, hijos y amigos en
todo el mundo, como el desaparecido Saul Landau.
Quince
años es demasiado tiempo. Lo saben bien quienes pretendieron
encerrarlos en el hueco del olvido. Pero a estas alturas, deben haberse
percatado también de que a estos hombres podrán ensuciarle la libertad,
pero jamás se la quitarán.
*Periodista cubana, trabaja en la emisora Radio Jaruco, y es una de las fundadoras del Comité “Alas de Libertad” de esa emisora, por la Libertad de los 5
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