Queridos amigos:
Se dice que una imagen puede hablar más que mil palabras, y aquí queremos compartir con ustedes algunas fotos de la visita de mis familiares, a las que agregaremos breves impresiones de cada uno.
Hacía 15 años que no nos veíamos mi sobrino Carlitos y yo. Pero, al encontrarnos, desapareció el tiempo. Mi sobri solo atinó a decirme: Tío estas igualito. Y un fuerte abrazo y una amplia sonrisa sustituyeron las lágrimas que algunos pronosticaron.
Mi madre hermosa, fuerte y clarita en todo, evaluando cada momento de felicidad y, como siempre, dirigiendo las sesiones de fotos, incluido al fotógrafo, un recluso muy buena gente.
Mi hermana precisando conmigo cada proyecto, entre los torrentes de conversaciones, chistes, canciones y juegos con mis “pequeños querubines”.
Mis dos campeones con solo mirarlos desaparecen todos los muros.
Gabo cada vez más comprometido con sus estudios y madurando, entre distancias, romances y sano ejercicio para lidiar con las tensiones. Yo cada vez estoy más convencido de que vencerá su meta.
Tonito comprometido no solo con su trabajo, sino además, y por sobre todo, con su bella, en todo el sentido de la palabra, futura esposa Suset. Yo le doy mis “consejitos”, pero en cuestiones del amor poco sirven experiencias ajenas.
La gente dirá aquí en Marianna lo mismo que dijeron seguro en Florence: Esta gente está medio loca o loca y media. En nuestro grupito de amor la risa es constante (y más cuando Carli mete la pata con la baraja que debe tirar). Las canciones las cantamos en coro, dirigido ya saben por quién, mi madre. Mis hijos no cantan porque son canciones de los 60 y 70, pero participan con sus rostros encantados. Las ocurrencias de Tonito, secundado por Gabo, nos sacan hasta las lágrimas con la risotada.
Nada podrá matar esa felicidad en la que en el fondo vibra el amor; la tranquilidad que da la pureza y la inocencia, y vibra el cariño de los amigos, amigos siempre recordados de Cuba y del mundo, amigos como Bárbara, Patt y sus hijas que siempre abren de par en par las puertas de su casa y sus corazones para apoyar en lo que sea a nuestros familiares.
Por todo ello reitero, junto a este quinteto de seres queridos que me han llenado de amor y alegría estos días:
¡Venceremos!
Cinco abrazos.
Antonio Guerrero
29 de agosto de 2012
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