Por Salvador Capote*
Al
examinar la historia de Radio Martí** se observa que el control de las
transmisiones hacia Cuba se desplaza desde un ámbito gubernamental que
intenta imponer los estándares oficiales de la radiodifusión en Estados
Unidos, hacia un dominio cada vez mayor por parte de la ultraderecha
cubano-americana residente en Miami. Este proceso alcanza su culminación
en 1998, en vísperas del arresto de los Cinco antiterroristas cubanos.
Ronald
Reagan firmó la ley que daba origen a Radio Martí (“Radio Broadcasting
to Cuba Act”) en octubre de 1983 pero, muy a pesar de los líderes del
llamado exilio histórico y del propio Reagan, Radio Martí no tendría,
según la ley, la independencia de sus homólogas, como Radio Europa
Libre, sino que, por el contrario, estaría subordinada a la Voz de
América (VOA) y sujeta a los mismos controles que regían la
radiodifusión en esta última. Radio Martí salió al aire el 20 de mayo de
1985 desde transmisores situados en Cayo Maratón, Florida. En 1990 la
dirección de Radio Martí, y de TV Martí, creada ese mismo año, fue
asignada a la “Office of Cuba Broadcasting” (OCB), pero permanecía bajo
la égida de la VOA.
Durante
estos primeros años, Jorge Mas Canosa, líder de la organización
terrorista Fundación Nacional Cubano-Americana, ejerció sobre la OCB una
influencia decisiva debido a su posición al frente del “President’s
Advisory Board of Cuba Broadcasting” (Consejo Consultivo Presidencial de
las Transmisiones a Cuba). Para obtener el dominio total, sin embargo,
era necesario sacar la OCB de Washington y trasladarla a Miami, donde
sería mucho más fácil esquivar las frecuentes inspecciones, auditorías y
revisiones de programas que tenían lugar en la capital federal.
En
realidad, Radio Martí fue siempre (y lo es aún), en mayor o menor
grado, una estación más al servicio de la ultraderecha cubano-americana
que detenta el poder político y económico en Miami, con la
particularidad de que no competía sino colaboraba con las demás
estaciones y compartía con ellas staff y programaciones. Las
elucubraciones políticas de Radio Martí encontraban caja de resonancia
en las emisoras locales y viceversa. Citaré como ejemplo el escándalo
que tuvo lugar en 1991. De acuerdo a la versión publicada por Los
Angeles Times (1), Mas Canosa obligó al Director de Radio y TV Martí,
Rolando Bonachea, a emplear a Agustín Alles, que no hablaba inglés, como
nuevo director de noticias, a pesar de que hablar fluidamente el idioma
era un requisito imprescindible para el empleo. Una vez en el cargo,
Alles dio cobertura preferente a todas las actividades de Mas Canosa y
de la FNCA.
A
mediados de 1996, la “U.S. Information Agency” (Agencia de Información
de Estados Unidos) investigaba acusaciones contra Radio Martí acerca de
represalias políticas, favoritismo y tergiversación de noticias. La
investigación fue cerrada abruptamente cuando una ley, propuesta por el
Senador Phil Gramm (R – Texas), eliminó el cargo del funcionario
investigador, Marian Bennet, Inspector General de la Agencia (2). En esa
misma legislatura se autorizó el traslado a Miami de Radio Martí.
En
lo adelante, las organizaciones terroristas de Miami dispondrían a su
arbitrio de una voz del gobierno, pagada por los contribuyentes
estadounidenses, que sería utilizada para promocionar estrechas agendas
políticas de violencia e intolerancia.
Con
la muerte de Mas Canosa (noviembre de 1997) -señala la periodista Kathy
Glasgow (3)- se abrió una brecha en el liderazgo y Radio Martí se
convirtió en fuente de conflictos en el ya turbulento mundo de la
política del exilio miamense, y con los cambios en la programación que
acompañaron el traslado de la emisora a esta ciudad (1998) se produjo lo
que muchos llamaron la “miamización” de Radio Martí: menos noticias,
menos análisis y más retórica anticastrista.
En
palabras del Representante Jeff Flake (R - Az) (4) “El mover la
instalación a Miami sacrificó su efectividad, convirtiéndola simplemente
en otra estación de radio de Miami. Radio Miami debe ser trasladada y
deben realizarse todos los esfuerzos para acabar con su imagen de vocera
de la comunidad cubano-americana de Miami” (5). Incluso el activista de
ultraderecha Jay Mallin (6), quien fue director de noticias, reconoce
que Radio Martí “es hoy apenas otra estación de radio de Miami” (7).
En
mayo 13 de 1998, la columnista puertorriqueña del Nuevo Herald, Marta
Rodríguez (8) afirmó: “Los oyentes apenas distinguen la programación,
confundiéndola con las de otras bien conocidas y estridentes estaciones
de Miami”… “Los directores recientemente nombrados (9) han actuado
rápidamente para ofrecer un menú radial que, curiosamente, responde más a
intereses políticos locales que a los gustos de la audiencia en la
isla” (10).
Poco
antes del arresto de los Cinco (12 de septiembre de 1998), Glasgow
escribió: “Cualquiera que observe (o lea) sabe que, al caer finalmente
la estación en la hirviente caldera política de Miami, cambios
sustanciales y quizás sangrientos estarían por suceder” (11).
Una
gran parte de los comentaristas y reporteros de Radio Martí trabajaban
al mismo tiempo en Radio Mambí o en la WQBA-AM (“La Cubanísima”) (12).
Esta imbricación de personal y programaciones se hizo patente con el
abogado miamense Herminio San Román en la dirección de la emisora
(comienzos de 1997 – mediados de 2001) es decir, en el periodo que
coincide con el arresto y juicio de los Cinco. El ejemplo más conspicuo
es el de Armando Pérez Roura, Director de Radio Mambí, quien llegó a
tener más de cuatro horas semanales de comentarios en Radio Martí,
tiempo más que suficiente para transmitir todo su veneno hacia Cuba y
hacia los Cinco, no solo localmente, sino también hacia el exterior. No
fue el único, por supuesto; otros muchos, como Rafael Díaz Balart y
Carlos Alberto Montaner, contribuyeron a esparcir el veneno en todas
direcciones.
Es
difícil precisar la dimensión local de la audiencia de Radio Martí en
el tiempo que nos ocupa (desde el arresto de los Cinco en 1998 hasta su
condena en 2001). Ciertamente, podía escucharse en Miami por tres
frecuencias de onda corta desde el transmisor situado en Greenville,
Carolina del Norte; y por onda media en algunos lugares del Sur de la
Florida; mientras que TV Martí podía verse por vía satelital (Hispasat
1A fue puesto en órbita en 1992 y el 1B en 1993 y alcanzaron el fin de
su vida útil en 2003).
Pero,
en mi opinión, más importante que la audiencia local de esta emisora,
es el hecho de que muchos de aquellos programas que podían influir
negativamente en el juicio contra los Cinco, eran transmitidos por Radio
Martí y retransmitidos por las emisoras locales o al revés. Como Radio
Martí poseía mayor cantidad de recursos humanos y materiales, tenía por
tanto la mayor capacidad para originar y producir programas. Por otra
parte, el empleo de periodistas y la compra de programas con vista a su
retransmisión de las emisoras locales, era un estímulo material, con
fondos del gobierno, a producciones que influían ilegal y adversamente
contra los Cinco.
No
olvidemos que la bien llamada industria anticastrista de Miami es, sin
duda, uno de los negocios más productivos del mundo: contribuye cada año
con algunas decenas de miles de dólares a las campañas electorales y
recibe a cambio decenas de millones de dólares de fondos federales.
Radio y TV Martí han costado al erario más de medio billón de dólares,
utilizados en gran parte para sostener una burocracia que perpetúa el
discurso irracional con respecto a Cuba, a través de una historia
plagada de ilegalidades.
Terminando
el año 2006, y debido a crecientes indagaciones de congresistas
demócratas y de algunos republicanos moderados, la Casa Blanca
suministró una lista de siete miembros, supuestamente actualizada, del
“President’s Advisory Board of Cuban Broadcasting”. Se supo entonces
que este consejo asesor, que por ley debió estar formado por nueve
miembros y cumplir la función de supervisar las transmisiones radiales y
televisivas hacia Cuba, no se había reunido desde 1998 –el año en que
dio comienzo la infamia- es decir, en los últimos ocho años.
El
descontrol del ejecutivo era tan inmenso, que uno de los miembros
incluidos en la pequeña lista, Charles Tyroler, oficial de inteligencia
durante la administración Reagan, había muerto en 1995, hacía ya once
años. Salvador Lew, quien precedió a Pedro Roig como Director de la OCB
–también en la lista- negó pertenecer al Consejo y guardaba la
impresión de que éste se había desbandado. Otro miembro, Robert
McKinney, vinculado al mundo financiero, declaró que nunca fue citado a
reuniones del Consejo. “En mi opinión –señaló- no quieren que el Consejo
opere”. (13)
Salta
a la vista el rosario abrumador de hechos que revelan no sólo que el
exacerbado ambiente político de Miami hacía imposible un juicio justo
para los Cinco sino que el gobierno, principalmente a través de Radio
Martí, contribuyó notablemente a la creación de esta atmósfera
envenenada. En parte por negligencia y en parte por cálculo interesado,
el gobierno de Estados Unidos dejó a las emisoras Martí a merced de la
ultraderecha cubano-americana. El nombramiento en los organismos
rectores de líderes de organizaciones terroristas, el traslado de la
emisora a Miami en 1998 en vísperas del arresto de los Cinco, la
contratación en masa de periodistas de línea dura anticastrista, la
producción, compra y retransmisión de programas que estimulaban el
ambiente negativo contra los Cinco, la impunidad de los protagonistas, y
la disolución en la práctica del único organismo (“Presidential’s
Advisory Board”) que hubiese podido ejercer algún control, así lo
demuestran.
Notas
(1)
Mike Clary: “Radio Marti move to Miami strains credibility, critics
say: lawmakers, others warn against relocation to heart of Cuban
American community”, Los Angeles Times, Aug 20, 1996.
(2) Idem.
(3) Kathy Glasgow: “Radio Free Miami”, New Times, Jun 4, 1998.
(4)
Citado por Katie Harr – Council on Hemispheric Affaires: “Radio and TV
Marti: Miami’s children of scorn”, The Panama News, Vol. 12, Number 7,
April 9-22, 2006.
(5)
“Moving the facilities to Miami sacrificed its effectiveness, making it
simply another Miami radio station. Radio Marti should be relocated and
every effort should be made to end its image as a mouthpiece of the
Miami Cuban American community.”
(6) Citado por Harr: Idem.
(7) “Today it’s just another Miami radio station.”
(8)
Kathy Glasgow: “Incessant Static: Every year millions of your dollars
are pumped into Radio and TV Marti. What do you get in return?”, Miami
New Times, Mar 28, 2002.
(9) Herminio San Román, Director de OCB, y Roberto Rodríguez Tejera, Director de Radio Martí.
(10)
“Those who listen barely recognize the programming, confusing it with
that of other well-known, strident Miami stations” … “The recently
appointed directors have acted rapidly to … offer a radio menu that,
curiously, responds more to local political interests and their own than
to tastes of their island audience.”
(11)
“Anyone watching (or listening) knew that, with the station finally
splashing into Miami’s overheated political cauldron, substancial and
perhaps bloody change was ahead.”
(12) Citado por Glasgow: Idem.
(13) Andrew Zajac, Chicago Tribune: “Warning to Radio, TV Marti: Congress is watching”, Los Angeles Times, Dec 24, 2006.
*Bioquímico
cubano, actualmente reside en Miami. Trasmite con cierta regularidad
por Radio Miami el Programa “La Opinión del Día”, que aparece poco
después en laradiomiami.com. Es colaborador de Areítodigital.net;
participa, con la Alianza Martiana, en la lucha contra el Bloqueo
impuesto a Cuba por Estados Unidos.
**Emisora gubernamental de Estados Unidos bajo control de organizaciones terroristas de Miami
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