miércoles, 17 de junio de 2009

Gerardo: Carta a mis hijos que están por nacer

Por Juan Antonio Borrego D.


Colgada de la imagen de una cigüeña en pleno vuelo, que él mismo Gerardo Hernández dibujara pacientemente en prisión, la Carta a mis hijos que están por nacer, un texto enviado años atrás a su esposa Adriana Pérez, más que un lamento epistolar, resulta un acto condenatorio a la arbitrariedad, el encierro y la venganza disparados contra los Cinco y en particular contra él.

En sus ratos de ocio, que no son tantos como pudiera suponerse, Gerardo Hernández, el luchador cubano sancionado a cumplir en cárceles estadounidenses la increíble condena de dos cadenas perpetuas más quince años de prisión, responde cientos de cartas a remitentes admiradores de todo el mundo y entre otras labores, realiza dibujos para enviar a los hijos de otros presos.

Así lo cuenta su esposa en El dulce abismo, un compendio epistolar íntimo con presentación de la escritora norteamericana Alice Walter y prólogo de la poetisa cubana Nancy Morejón, que revela la agonía del matrimonio ante la certidumbre de ver cortada la posibilidad de la procreación y que he querido retomar a propósito de la celebración de este Día de los Padres.

Gerardo y Adriana se casaron oficialmente el 15 de julio de 1988 y desde 1991 prepararon canastilla y otras vituallas para recién nacido, sin embargo el proyecto más soñado en la vida de estos jóvenes está muriendo tras el encierro de él hace ya más de diez años, mucho ahora que la Corte Suprema de los EE. UU. rechazó revisar una causa evidentemente manipulada y excesiva, como habían observado prestigiosas voces en todas las latitudes.

Adriana tuvo la sospecha al leer sus primeras notas y luego él se encargó de corroborarlo cuando en febrero de 2 001 escribió casi sin rumbo su emblemática “Carta a mis hijos que están por nacer”, un texto que por aquel entonces era una premonición, pero que a la luz de los acontecimientos actuales es casi una certeza.

“Cuando lean estas líneas habrán pasado algunos años desde que fueron escritas –precisa Gerardo-. Ojalá no sean muchos –continúa-. En esta fecha ustedes aún no han nacido y hasta su mamá tiene duda de si algún día nacerán”, concluye.

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