Quiere decir que, si por ellos fuera, todo se quedaría así, y algún día mis huesos tendrían que ser enviados a Cuba, cuando la muerte me libre de las dos cadenas perpetuas.
La referida corte ha dado señales inequívocas del tipo de "justicia" a la que los Cinco podemos aspirar en este país. Cuando hubo una decisión 3-0 a nuestro favor, con 93 páginas de sólidos argumentos en las que un panel de tres jueces calificó como "The perfect storm" (La tormenta perfecta) lo ocurrido en nuestro juicio, la corte en pleno, contra todos los pronósticos no solo aceptó revisarla, sino que la revocó sin muchas explicaciones. La tormenta perfecta, de pronto, se convirtió en una simple lloviznita.
Sin embargo, esta vez, cuando la decisión fue 2-1 en contra de los Cinco, con obvios errores legales, con una jueza argumentando en 16 páginas que la Fiscalía no presentó absolutamente ninguna prueba que sustente el cargo de conspiración para cometer asesinato, con un juez que -aun al votar en contra nuestra- reconoció que se trata de un «very close case» (un caso muy cerrado, o muy reñido) y con varios argumentos de la defensa que ni siquiera fueron debidamente analizados, el onceno Circuito se niega rotundamente a revisarla.
Como decimos en Cuba: "Más claro ni el agua". Hemos dicho una y otra vez que este es un caso político, y quien aún no lo vea así, es porque no quiere verlo.
Alguien mencionaba recientemente que ahora la última palabra la tiene la Corte Suprema. Yo diría que es, en todo caso, la penúltima. La última palabra en el caso de los Cinco la tienen ustedes, nuestras hermanas y hermanos de Cuba, de los Estados Unidos y de todo el mundo, que a lo largo de estos años han sido nuestra principal fuente de aliento. Nuestras esperanzas no están depositadas en ninguna corte. Diez años son más que suficientes para habernos curado de cualquier ingenuidad.
Nuestra esperanza son ustedes, quienes a base de sacrificios y nadando contra la corriente, han logrado que hoy en todos los continentes se conozca la injusticia cometida contra los Cinco. Ustedes, que hoy no andan de paseo, ni están descansando en sus casas, sino que nos honran con su presencia en diferentes actividades, conmemorando el décimo aniversario de nuestro encarcelamiento.
A ustedes corresponde continuar luchando para desenmascarar la doble moral de un gobierno que invade a otros países supuestamente para combatir el terrorismo, al tiempo que alberga y protege a connotados terroristas, y encarcela a quienes trataban de impedir sus actos criminales.
En ustedes confiamos para poner al descubierto la hipocresía de las grandes corporaciones de la información y de ciertas organizaciones internacionales, que convierten en sufridos presos políticos a mercenarios que traicionan a su pueblo por un puñado de dólares o una visa, mientras silencian miserablemente el caso de dos mujeres que han sido privadas durante una década del derecho elemental de visitar a sus esposos en prisión.
Sabemos que la razón está de nuestra parte, pero para que se haga verdadera justicia necesitamos un jurado de millones de personas en todo el mundo, y los necesitamos a ustedes, defensores de las causas justas, para dar a conocer nuestra verdad.
La injusticia cometida contra los Cinco nos ha mantenido por diez años alejados de la Patria, pero no ha impedido que acompañemos a nuestro pueblo en las alegrías y también en los sufrimientos. Hace apenas unos días el huracán "Gustav" causó grandes daños en Cuba, principalmente en la Isla de la Juventud y en Pinar del Río, dos territorios desde donde hemos recibido en estos años numerosas muestras de apoyo y de cariño.
Estamos seguros de que los pineros y pinareños, junto a las autoridades locales y nacionales, con la solidaridad de todos los cubanos dignos y de muchos amigos del mundo, sabrán crecerse en estos momentos difíciles y-como caracteriza a los revolucionarios-convertirán el revés en victoria.
Aunque no pueda ser físicamente, hoy más que nunca los Cinco estamos, de corazón, junto a nuestros hermanos de la Isla de la Juventud y de Pinar del Río, que tanto han aportado a la lucha por nuestra liberación.
Compañeras y compañeros:
A diez años de aquel 12 de septiembre de 1998, les damos una vez más las gracias por haber andado este largo y accidentado camino junto a nosotros. Sabemos que, para continuar la marcha, podemos seguir contando con ustedes, y también ustedes podrán contar siempre con nuestra firme disposición de resistir, con la frente en alto, el tiempo que sea necesario.
!Hasta la Victoria Siempre!
Gerardo Hernández Nordelo, Prisión Federal de Victorville, California, septiembre 2008
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