Queridos amigos:
Es el cumpleaños de nuestro hermano Fernando. El no tiene acceso a este servicio de correo electrónico. Nunca he podido entender la causa de esta limitación que le han impuesto, en su comunicación con sus familiares y amigos. Pero yo se que estos poemas, que quiero también compartir con todos ustedes les, llegaran por alguna vía. Son versos del poeta costarricense Jorge Debravo, a quien un accidente troncho su joven vida, pero nos dejo una obra fecunda y hermosa, que a ratos leo y releo.
¡HOY HE ENCONTRADO A UN HOMBRE CAMINANDO!
¡Hoy he encontrado a un hombre caminando!
Sin apoyarse en nadie, caminando.
Sin que hubiese camino, caminando.
Como si todo lo llamase, caminando.
Como si no quisiese llegar tarde, caminando.
Su mirada tenia forma de corazón.
y adentro de sus ojos se veía
un mundo
caminando.
Aunque parezca absurdo e increíble,
hoy he encontrado a un hombre caminando.
Sin mirar la distancia, caminando.
Sin pedir compañero, caminando.
Sin apoyarse en nadie, caminando.
Sin que hubiese camino, caminando.
CANCION DIVINA
Yo quiero un pan, hermano, grande como las aguas de los mares,
ancho como las grandes llanuras de la tierra,
espeso y generoso como las montañas.
Cuando encuentre ese pan correré por los campos,
recogeré a los hombres más tristes y más flacos
y los llevare a todos a sentarse a mi mesa.
A grandes dentelladas comeremos el pan
y todo será amable debajo de los astros.
Despacio lo comeremos, porque ya no habrá prisa;
cada uno tendrá su parcela de pan, su calabazo de agua,
y ninguno la pena y ninguno la lagrima.
Después de la comida cantaremos canciones de alegría y entusiasmo.
Y en todos los altares de los templos
pondremos un pedazo de pan fresco
y lo reconoceremos para siempre como el más tierno dios de todas las edades.
NOSOTROS LOS HOMBRES
Vengo a buscarte, hermano, porque traigo el poema,
que es traer el mundo a las espaldas.
Soy como un perro que ruge a solas, ladra
a las fieras del odio y de la angustia,
echa a rodar la vida en mitad de la noche.
Traigo sueños, tristezas, alegrías, mansedumbres,
democracias quebradas como cantaros,
religiones mohosas hasta el alma,
rebeliones en germen echando lenguas de humo,
arboles que no tienen
suficientes resinas amorosas.
Estamos sin amor, hermano mío,
y esto es como estar ciegos en mitad de la tierra.
Traigo muertes para asustar a todos
los que juegan con muertes.
Vidas para alegrar a los mansos y tiernos,
esperanzas y uvas para los dolorosos.
Pero traigo ante todo
un deseo violento de abrazar,
atronador y grande
como tormenta oceánica.
Quiero hacer con los brazos
un solo brazo dulce
que rodee la tierra.
Yo deseo que todo, que la vida sea nuestra
como el agua y el viento.
Que nadie tenga nunca más patria que el vecino.
Que nadie diga más la finca mía, el barco...,
sino la finca nuestra, de Nosotros los Hombres.
Cinco abrazos.
¡Venceremos!
Tony
18 de agosto de 2011
FCI Florence
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