jueves, 27 de febrero de 2014

El momento de volver

       Por Lilibeth Alfonso Martínez

 
Hoy, uno de los Cinco Héroes, salió como hombre libre de la prisión de Minnesota, Estados Unidos, después de 17 años y nueve meses. Su regreso a Cuba, si todo marcha según lo previsto, será en cuestión de semanas


Cuando, por fin, regrese, Fernando González Llort encontrará una Patria que lo espera, una madre y un amor. Los hijos que soñó no estarán para embadurnarlo de besos: el paso inevitable del tiempo marchitó esa luz que es, para cualquier matrimonio, la llegada de un niño.
En su lugar, lo recibirán seguro muchos más, los de su cuadra y los de su ciudad, que lo ven repetirse cada día en carteles y estrellas, y lo llenarán de preguntas difíciles, como son casi siempre las sinceras.
Encontrará, también, una Cuba diferente a la que dejó en los noventa, con el cartel de traidor en la frente, escondiendo en los ojos el orgullo, para que no se le notara -eso, creo, debió ser lo más difícil. Un país que sobrevivió a todo y ahora, pasado el tiempo de resistir, construye.
Cuando regrese, Fernando no le deberá nada a los Estados Unidos que, en cambio, se quedará debiéndole la justicia:
Tres fueron los cargos contra él: Conspiración, que consiste en un acuerdo para cometer delito contra los Estados Unidos o engañar a ese país, Falsificación de documentos o hacer declaraciones falsas ante autoridades gubernamentales para obtener documentos y Agente extranjero, consistente en actuar como tal sin ser diplomático ni comunicarlo al Fiscal General de Estados Unidos. Su caso, un expediente exiguo con más adjetivos que verbos.
Encontrará, además, a René, a los familiares de sus otros hermanos -presos aún, están Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Gerardo Hernández- nacidos de los lazos de la solidaridad, que no tienen nada que envidiarle a los que trenza la sangre.
Quizás, entonces, se dé a la nostalgia de todo lo que dejó de vivir, aunque dudo que el tiempo le alcance en medio de la lucha por los que quedan atrás: porque lo suyo, cuenta su madre, es ver las cosas desde el punto de vista positivo.  
Regresará, por supuesto, a los brazos de Rosa Aurora Freijanes, a quien le reñirá en secreto por la carta aquella en que lo liberaba de su amor, porque a su regreso ya ella no podría darle la descendencia que soñaron, a la que él respondió con toda la crudeza de su sentimiento, porque lo importante era que se tenían el uno al otro.
Entonces, en su casa de La Habana, Magali cumplirá su promesa de cocinar la comida preferida de su hijo varón, solo cuando este regresara y, en la mesa familiar, volverá a reinar la yuca con mojo. Y el hombre sabrá, por fin, que ya está en casa. 
Tomado de Venceremos

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