martes, 27 de marzo de 2012

Tony Guerrero: Mi rutina diaria

Queridos amigos:

Marianna es diferente a Florence. Ya les he contado algunas de esas diferencias, aunque es una prisión federal como otra cualquiera, con sus regímenes estrictos, sus limitaciones y sus tensiones.

Pero yo quisiera explicarles cómo es mi rutina diaria, por una parte para responder a tantas inquietudes de los amigos sobre el tema y además para que comprendan por qué se me dificulta muchísimo, como también resulta a mis hermanos, responder a todos sus mensajes y cartas.

A las seis de la mañana abren las puertas de las celdas, los fines de semanas una media hora más tarde.

Yo me despierto sobre las 5 y 30, como una vez les conté, ya por hábito, por un despertador de mi cuerpo.

Trato en cuanto abren de ocupar una de las tres capacidades para usar este servicio, pero no soy el único con esa intensión y muchas veces ya debo hacer una cola de varias personas para por fin poder sentarme a leer y responder los mensajes más urgentes. No tengo mucho tiempo, porque entre las 6 y 30 y las 6 y 45 ya están llamando para el desayuno en el comedor de la prisión, y hay que salir con el movimiento de 10 minutos que corresponde a cada dormitorio.

Así, regreso del desayuno y entre una cosa y la otra, ya es hora de ir a mi trabajo que comienza a las 7 y 45 a.m.

Allí debo permanecer hasta las 10 y 30 a.m., que es cuando termina el segundo turno de clases.

Una vez regresan todos a sus dormitorios, comienzan a llamar al comedor. La salida es dormitorio por dormitorio, en dependencia del lugar que ocuparon en una inspección semanal que hacen para ver la limpieza. Mi dormitorio casi siempre queda entre los cuatro últimos de un total de 8.

En ese espacio de tiempo trato, nuevamente, de leer y responder los mensajes que me siguen llegando durante el día. Generalmente esta la colita de varias personas, porque todo el mundo regresa a esa hora.

Del almuerzo se regresa siempre pasadas las once.

A las 12 y 30 p.m. se abre un movimiento general al área de recreación. Ese movimiento es bastante estable aquí, una de las mayores diferencias con Florence. Yo siempre salgo a esa hora, porque es la oportunidad que tengo de poder trabajar en alguna obra y de hacer algún tipo de ejercicio en el patio, o al menos coger un poco de aire fresco. Normalmente, me paso casi dos horas en el local donde trabajo mis pasteles y pinturas. Y el resto del tiempo lo paso en el patio.

Regreso ya cerca de las 3 y 30 p.m. A esa hora nos cierran en las celdas para el conteo general de las 4 p.m.

Abre sobre las 4 y 20. Una vez más, se arma la cola para este servicio y yo vuelvo a tratar de leer lo que me llega y de responder algo.

Es importante aclarar que por el sistema que tienen establecido de correspondencia normal es necesario hacer, a través de este servicio, una etiqueta para cada persona que le escribes. Es decir, necesitas poner sus datos y dirección; luego te permiten imprimir 5 etiquetas por día. En el caso nuestro que bien podemos recibir unas 100 cartas mensuales ya pueden imaginarse cuanto tenemos que dedicarle de tiempo a este requisito.

Al comedor, para la comida o cena, comienzan a salir los dormitorios a partir de las 5 p.m. o un poquito antes. Aquí, otra diferencia con Florence es que después que uno come puede ir directamente al área de recreación sin esperar el movimiento de 10 minutos de las 6 y 30 p.m.

Yo siempre como y me voy a esa área, para poder aprovechar el resto de la tarde noche trabajando en mis obras. Claro, que aquí vienen las personas que te conocen y quieren conversar un rato contigo, pero yo trato de ir directo a lo mío. Puedo trabajar hasta las 8 y 15 p.m., en el local que le dije está destinado para lo que se llama Hobby Craft. No es un local amplio, pero uno se hace su espacio. Lamentablemente, aunque en la puerta hay un nota que dice: SOLO PARA PARTICIPANTES y hay una relación de los que hacemos algún tipo de trabajo allí, todo el mundo tiene acceso al local y es difícil encontrar la tranquilidad que debiera existir en un local donde se pinta.

Casi siempre regreso a mi dormitorio pasadas las 7 y 30 p.m. Otra vez me encuentro con el grupito esperando para usar este servicio. También tengo que hacer cola para el teléfono. Somos casi 140 personas, ya todo el mundo en el dormitorio.

Sobre las 9 y 30 p.m. cierran las puertas. Claro, que en ese espacio de tiempo, antes que cierren, me doy una ducha.

Algunas veces hay alguien que quiere jugar conmigo una partida de ajedrez, bueno si hay mesa disponible, porque solo hay 3 mesas para juegos, y una la tiene el póker, otra el domino o otro juego de barajas.

¡Ah, se me pasaba que cuando regreso a las 3 y 30 p.m. generalmente me entregan el correo. Trato de leer cuando nos cierran para el conteo la mayor cantidad de cartas posibles, pero cuando son más de veinte, como hoy, es imposible.

Cuando nos cierran, ya mi compañero de celda está en la cama. Yo espero sentado el conteo de las 10 p.m. y leo lo que puedo, pero no me extiendo por respeto y en cierta medida por cansancio. Como les decía a las 5 y 30 estoy en pie y se repite este ciclo, que lo que más lo altera es la visita familiar o algún incidente, que por suerte aquí es cosa rara.

Quizás alguno piense que 4 horas diarias de trabajo de pintura es mucho, pero les digo que no es nada. Además en las condiciones que les he tratado de explicar, que en definitiva no son ni ese tiempo y que es bandeando los que vienen a conversar contigo y a  hacerte todo tipo de preguntas. Lo confieso, me gusta pintar, hacer mis pasteles. Trato de superarme autodidactamente. Establezco compromisos con proyectos que me motivan. Rara vez veo la televisión, ¿cuándo con esta rutina? Y hay algo que no he mencionado y que nos exige dedicación y tiempo: LA LECTURA, tanto de todo lo que recibimos como de las informaciones que nos llegan por diferentes vías.

Y bien, creo que me he extendido ya muchísimo.

Todo esto que digo no es para que dejen de escribirnos. Sus cartas y mensajes son una fuente constante de aliento, de alegría, de esperanza y de amor, así como son la muestra a todos por donde pasa de que tenemos muchos amigos que nos quieren y nos apoyan. Yo solo necesito explicarles para que me comprendan o nos comprendan un poquito mejor cuando no les respondemos. En Florence, yo viva de lock down en lock down, encerrado en una celda y tenia más tiempo para responder a las cartas con prontitud. No he dejado de hacerlo, pero me veo en la necesidad de hacer con demora, cuando es posible, gracias al apoyo y dedicación de mi madre en muchos casos, sobre todo con las cartas de Cuba.

Bueno, aquí termino con cinco abrazos fuertes.

¡Venceremos!

Tony Guerrero Rodríguez
FCI Marianna.
27 de marzo de 2012

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