Renuncian a extrañarse. No puede ser de otro modo.
Ella, con “esos ojazos” que son la perdición de él, acaricia el espacio vacío en “el nidito” y sufre el temblor de su recuerdo. Espera.
foto: Kaloian
A él, quieren convencerlo de que no hay tiempo para amar, sin embargo, se aferra: sobrevive a la condena, porque en su mente “solo está aquella muchacha de la parada”.
Adriana y Gerardo no son libres para amarse, pero su pasión vence la injusticia con sostenida y cálida obstinación. No importa si el último roce de sus labios fue hace más de 14 años, entre lo breve y enorme de un TE AMO. A través del teléfono, avivan los sueños y la ilusión del encuentro detenido.
Sus cuerpos continúan buscándose en los torbellinos de la distancia. Y se hallan en las cartas de siempre, en la estela del primer beso y la última mirada. Gerardo y Adriana renuncian a extrañarse, porque “son dos por error” que, desde lejos, une el amor.
Tomado de http://cubaenletras.wordpress.com/2012/03/16/adriana-y-gerardo-pasion-que-sobrevive/#more-603
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